El cuadro de Rembrandt
«La compañía de compasión es la que
hace mirar, hablar, oír, pedir, recibir, confiar, sentir y amar como y
con Jesús Eucaristía»
El abandono de los Sagrarios acompañados, 8ª ed., p. 152
En el cuadro pintado por Rembrandt sobre
la parábola del hijo pródigo, se resalta con claridad la diferencia
entre la figura acogedora y compasiva del Padre y la fría distancia de
un personaje que está de perfil observando la escena. Es el hermano
mayor que manifiesta una actitud de resentimiento y rechazo a la
comprensión y acogida del Padre hacia su hermano menor que ha vuelto.
No nos
resulta difícil afirmar que en la vida real se dan también estas
reacciones. Cuando una persona se la considera culpable de algo, de
forma instintiva, se toma una actitud de distancia y de rechazo hacía
ella. Pero esto no solo sucede a cualquier persona sino que, a veces,
también a nosotros los cristianos nos cuesta «usar de misericordia»
cuando nos encontramos ante estas situaciones.
Precisamente la característica que más
manifiesta Jesús en el Evangelio es la acogida a los más pobres y
pecadores. Y lo más asombroso es que Él reprueba el mal y el pecado
pero, a la vez, acoge a los pecadores.
En la Eucaristía «Jesús dice y hace lo
mismo que hizo y dijo en el Evangelio», es el amor compasivo. Quiere
acercarse a los hombres como Padre y como amigo.
Ese amor compasivo de Jesús no es
conocido. Muchas veces se nos ha presentado la imagen de un Dios que hay
que temer, no un Dios que nos ama. Por eso, es necesario que haya
mensajeros de la misericordia y la compasión de Dios manifestado en la
Eucaristía.
Pues, «¿cómo van a creerlo si no han oído
hablar de Él? Y ¿cómo van a oír hablar de Él si nadie lo anuncia?» (Rm
10,14). En esto consiste nuestra llamada y nuestro envío, anunciar al
mundo a Jesús vivo en la Eucaristía misericordioso y compasivo.
«En la Eucaristía Jesús nos hace testigos
de la compasión de Dios por cada hermano y hermana. Nace así, en torno
al Misterio eucarístico, el servicio de la caridad para con el prójimo»
(Sacramentum caritatis, 88).
Hemos escuchado muchas veces que las
palabras son creíbles cuando se garantizan con la vida, de lo contrario
nada afectarán por muy apropiadas que estas sean.
Nosotros hemos sido llamados a vivir al
estilo de Jesús Eucaristía, ¿qué sabemos decir de la misericordia de
Jesús Eucaristía con nuestra forma de vivir? ¿de qué manera vivimos su
«modo» de compasión en la vida ordinaria?
Reaccionar con misericordia, despertar a la compasión, es dar a la Iglesia un rostro más parecido al de Jesús.
«El Bto. Manuel González se acercará a
ese pueblo, lo amará con toda la locura de un corazón enamorado del
pobrísimo Jesús, sus manos estarán siempre derramando consuelos, sus
limosnas remediarán males, él visitará a los enfermos, acariciará a los
niños, y con la sencillez de un hermano se mezclará entre los pobres,
para compadecer sus miserias y aliviarlas en la medida de sus fuerzas»
(J. Campos Giles, El Obispo del Sagrario abandonado, 6ª ed., p. 246).
Hna. Mª Leonor Mediavilla, m.e.n.