Jesucristo resucitado es principio, causa y modelo de toda resurrección. Como su ocupación en su vida mortal fue hacer bien a todo el que se le acercaba, su ocupación en la eternidad es y será la de resucitar y glorificar todo lo suyo.
Jesucristo en la tierra, en su vida mortal como en su vida de Sagrario, es siempre el Sembrador de la Resurrección; en donde quiera que llega el aliento de su boca o el contacto de su mano allí queda siempre un germen de resurrección que florecerá en su día.
¡Qué bella es mi fe y qué dilatados horizontes abre delante de mí!
Beato Manuel González