jueves, 3 de noviembre de 2011

Escucha...

Necesito el silencio. Sin silencio, mis palabras tienen el peligro de convertirse en huecas y vacías.
Desde mi silencio, fui a buscar el silencio de Dios en el Sagrario... Silencio que se hace Palabra elocuente cuando logro entrar en mi interior.
El contacto con el silencio de Dios encendió en mí Palabras Vivas, que hicieron arder lo más profundo de mi corazón.
Y descubrí que el silencio es fecundidad...
Y escuché la voz de Aquél que habla más elocuentemente que cualquier palabra humana...


                                                   "Habla, Señor... que tu siervo escucha..."

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