"Señor, si quieres, puedes limpiarme", exclamó ante Jesús un pobre leproso.
¡Cuánta fe en el poder, cuánta confianza en la misericordia y cuánta conformidad con el querer de Dios encierra esa palabra!
¡Ah, si las repitiéramos ante las puertecitas del Sagrario con la misma fe, confianza y conformidad que el leproso, cómo sentiríamos caer sobre la lepra de nuestros pecados, penas y enfermedades el "quiero, queda limpio" de la misericordia omnipotente que allí palpita!
(Beato Manuel González)
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