Jueves después de ceniza
Dt 30,15-20
Sal 1
Lc 9, 22-25
Madre Inmaculada, ¡qué trabajo cuesta a mi flaca naturaleza tomar mi cruz! Le digo muchas veces que la cruz es un regalo y un recuerdo del Jesús de mi Comunión, que es el pago de mi deuda con Dios ofendido, que es el instrumento de mi redención y justificación ahora y después el trono de mi glorificación... y parece que mi naturaleza no se entera o no me cree y sigue acobardada o huida ante la Cruz. ¡Se siente tan feliz cuando se figura que se ha descarga de ella!
Un rayito de luz, un soplo de aliento, Madre querida, a mi cabeza y a mi corazón, para que aprendan y se decidan a mirar y a querer como amiga la cruz. Sobre todo yo quisiera saber cómo, siendo regalo de tu Hijo, la cruz me turba, me desasosiega y pone en peligro de apartarme de Él no pocas veces.
Ésta es la lección que te pido para mi Comunión de hoy.
Dile a tu Jesús que, aunque muy cobarde por mi condición, yo quiero tomar la cruz que Él me dé, con el peso que Él me la mande, y sacar de ella todo lo que El quiera que saque.
(Beato Manuel González)
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