viernes, 12 de junio de 2015

Entrar en su Corazón

¡Entrar en su Corazón, es decir, introducirse en ese divino Laborato­rio en que se han forjado la Eucaristía y la Iglesia. Sumergirse en el Manantial del que brotan las lágrimas resucitadoras que abren losas de sepulcros y ablandan corazones de piedra y los raudales de sangre que lavan pecados, redimen los mundos y divinizan a los hombres. Asomarse al Horno, y más, al Volcán de donde ha salido y sale el fuego de amor que ha impedido e impedirá que el mundo se muera de frío y de egoísmo. Y que ha conseguido y seguirá consiguiendo que los hombres amen a su Dios como a su Padre y se amen unos a otros como hermanos, y hasta den la vida por su Padre Dios y por sus hermanos los hombres; que los enemigos se perdonen y se abracen y que los huérfanos tengan padres y valedores... Entrar en su Corazón, esto es, aproxi­marse al místico Incensario del que se levantan blancas e inmensas espirales de alabanzas y desagravios, que satisfacen a Dios; aromas de piedad, humildad, pureza y paciencia que hacen santos a los hombres!


¡Todo eso e infinitamente más que eso, 

es el Corazón de Jesús!

(Beato Manuel González)

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