La «ciencia de la caricia» manifiesta dos pilares del amor: la cercanía y la ternura. Y «Jesús conoce bien esta ciencia».
Jesús «quiso mostrarnos su corazón como el corazón que tanto amó. Pienso en lo que nos decía san Ignacio» —apuntó—; «nos indicó dos criterios sobre el amor. Primero: el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Segundo: el amor está más en dar que en recibir».

El Señor nos ama con ternura. El Señor sabe la bella ciencia de las caricias. La ternura de Dios: no nos ama de palabra; Él se aproxima y estándonos cerca nos da su amor con toda la ternura posible». Cercanía y ternura son «las dos maneras del amor del Señor, que se hace cercano y da todo su amor también en las cosas más pequeñas con ternura». Sin embargo se trata de un «amor fuerte», «porque cercanía y ternura nos hacen ver la fuerza del amor de Dios».
Y aunque «pueda parecer una herejía, ¡más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él!». El «modo de restituir a Él tanto amor: abrir el corazón y dejarse amar».
(Francisco)
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