martes, 30 de junio de 2015

Oración del miedo




¡Cómo te presentas muchas veces delante de las playas del Sagrario!
¡Cuántas y cuántas veces tiene Jesús que permitir que se desencadenen tempestades de enfermedades del cuerpo, de quebrantos de intereses, de penas del corazón, de tentaciones del alma, y se hace el dormido para probar lo que creen en Él y lo que de Él se fían sus comulgantes! Y ¡cuántas veces la prisa, la agitación, la inquietud, la amargura, la desconfianza con que acudimos a pedirle auxilio, tiene que poner en su boca y en su gesto el mismo reproche que a sus apóstoles miedosos y desconfiados!: ¿De qué teméis, hombres de poca fe? ¿No os basta tenerme en el Sagrario y llevarme con vosotros cada vez que comulgáis? Y si me tenéis a Mí, ¿qué os puede faltar? ¿Por qué os agitáis en miedos que me ofenden?

Madre Inmaculada, tú, que siempre contaste con tu Jesús, enséñanos a contar tanto con Él, invisible y callado en el Sagrario, que por muy recias que sean las tempestades de nuestra alma y de nuestra vida, nunca lo busquemos por miedo, ni temblando...

(Beato Manuel González)

martes, 23 de junio de 2015

Desde Ti a la misión

El viernes 19 tuvimos nuestro último Punto de ENcuenTRO de este curso. Nos acompañó el Grupo Ixcís, que estaba en la isla para participar en las II Jornadas de Nueva Evangelización que han tenido lugar en nuestra diócesis este fin de semana.


Bajo el lema "Desde Ti a la misión", nos sentimos invitados a salir de nuestras comodidades, ser signos de Evangelio y hermanos de todos, en sencillez y humildad. 

Ante Jesús Eucaristía nos preguntamos cómo estamos viviendo nuestra misión de contagiar el Evangelio a nuestros hermanos y pusimos ante Él rostros y situaciones que necesitan que les acerquemos la luz de Dios.


Gracias Grupo Ixcís por vuestra presencia y vuestra música que nos ayudó a orar y a renovar nuestro deseo de seguir al Señor con renovada ilusión y entusiasmo, a vivir nuestra fe en cada gozo y en cada dolor.




Gracias a todos los que participasteis una vez más 
en este momento de oración que nos reúne cada mes.

¡Os esperamos el próximo curso!

Podéis encontrar aquí toda la música de Ixcís de forma gratuita: http://ixcis.org/




jueves, 18 de junio de 2015

El amor libre de Dios



La caridad de Dios, único objeto de la contemplación cristiana, es una realidad de la cual uno no se puede «apropiar» con ningún método o técnica: es más, debemos tener siempre la mirada fija en Jesucristo, en quien la caridad divina ha llegado por nosotros a tal punto sobre la cruz, que también Él ha asumido para sí la condición de abandonado por el Padre (cf. Mc 15, 34). Debemos, pues, dejar decidir a Dios la manera con que quiere hacernos partícipes de su amor. Pero no debemos intentar jamás, en modo alguno, ponernos al mismo nivel del objeto contemplado, el amor libre de Dios, ni siquiera cuando, por la misericordia de Dios Padre, mediante el Espíritu Santo enviado a nuestros corazones, se nos da gratuitamente en Cristo un reflejo sensible de este amor divino y nos sentimos como atraídos por la verdad, la bondad y la belleza del Señor.
Cuanto más se le concede a una criatura acercarse a Dios, tanto más crece en ella la reverencia delante del Dios tres veces Santo. Se comprende entonces la palabra de san Agustín: «Tú puedes llamarme amigo, yo me reconozco siervo»[36], o bien la palabra, para nosotros aún más familiar, pronunciada por aquella a quien Dios ha gratificado con la mayor y más alta familiaridad: «Ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava» (Lc 1, 48).


martes, 16 de junio de 2015

lunes, 15 de junio de 2015

Misterio de amor que espera


Corazón de mi Jesús, que yo me de cuenta de que uno de los principales modos de mostrar tu amor a los hombres y tus ganas de santificarlos, es esperarlos en el sagrario, que yo me entere bien de ese misterio de amor que espera ¡hasta siglos! Mis prisas ¡cómo no se parecen a ese tu esperar en paz!


(Beato Manuel González)

viernes, 12 de junio de 2015

Entrar en su Corazón

¡Entrar en su Corazón, es decir, introducirse en ese divino Laborato­rio en que se han forjado la Eucaristía y la Iglesia. Sumergirse en el Manantial del que brotan las lágrimas resucitadoras que abren losas de sepulcros y ablandan corazones de piedra y los raudales de sangre que lavan pecados, redimen los mundos y divinizan a los hombres. Asomarse al Horno, y más, al Volcán de donde ha salido y sale el fuego de amor que ha impedido e impedirá que el mundo se muera de frío y de egoísmo. Y que ha conseguido y seguirá consiguiendo que los hombres amen a su Dios como a su Padre y se amen unos a otros como hermanos, y hasta den la vida por su Padre Dios y por sus hermanos los hombres; que los enemigos se perdonen y se abracen y que los huérfanos tengan padres y valedores... Entrar en su Corazón, esto es, aproxi­marse al místico Incensario del que se levantan blancas e inmensas espirales de alabanzas y desagravios, que satisfacen a Dios; aromas de piedad, humildad, pureza y paciencia que hacen santos a los hombres!


¡Todo eso e infinitamente más que eso, 

es el Corazón de Jesús!

(Beato Manuel González)

jueves, 11 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (9)

«El Señor se ha unido a vosotros y os ha elegido» (cf. Dt 7, 7).

Dios se ha unido a nosotros, nos ha elegido, este vínculo es para siempre, no tanto porque nosotros somos fieles, sino porque el Señor es fiel y soporta nuestras infidelidades, nuestra lentitud, nuestras caídas.

Dios no tiene miedo de vincularse. Esto nos puede parecer extraño: a veces llamamos a Dios «el Absoluto», que significa literalmente «libre, independiente, ilimitado»; pero, en realidad, nuestro Padre es «absoluto» siempre y solamente en el amor: por amor sella una alianza con Abraham, con Isaac, con Jacob, etc. Quiere los vínculos, crea vínculos; vínculos que liberan, que no obligan.

Con el Salmo hemos repetido: «El amor del Señor es para siempre» (cf. Sal 103). En cambio, de nosotros, hombres y mujeres, otro salmo afirma: «Desaparece la lealtad entre los hombres» (Sal 12, 2). Hoy, en particular, la fidelidad es un valor en crisis porque nos inducen a buscar siempre el cambio, una supuesta novedad, negociando las raíces de nuestra existencia, de nuestra fe. Pero sin fidelidad a sus raíces, una sociedad no va adelante: puede hacer grandes progresos técnicos, pero no un progreso integral, de todo el hombre y de todos los hombres.

El amor fiel de Dios a su pueblo se manifestó y se realizó plenamente en Jesucristo, el cual, para honrar el vínculo de Dios con su pueblo, se hizo nuestro esclavo, se despojó de su gloria y asumió la forma de siervo. En su amor, no se rindió ante nuestra ingratitud y ni siquiera ante el rechazo. Nos lo recuerda san Pablo: «Si somos infieles, Él —Jesús— permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo» (2 Tm 2, 13). Jesús permanece fiel, no traiciona jamás: aun cuando nos equivocamos, Él nos espera siempre para perdonarnos: es el rostro del Padre misericordioso.

(Francisco)

miércoles, 10 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (8)


Jesús nos amó. Jesús nos ama. Pero sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tiene límites. Siempre más, siempre más. No se cansa de amar. A ninguno. Nos ama a todos nosotros. Hasta el punto de dar la vida por nosotros. Sí, dar la vida por nosotros, dar la vida por todos nosotros, dar la vida por cada uno de nosotros. Y cada uno de nosotros puede decir ‘da la vida por mí, cada uno. Ha dado la vida por tí, por tí, por tí, por vosotros, por mí… Por cada uno, con nombre y apellido. Su amor es así, personal. El amor de Jesús no decepciona nunca porque Él no se cansa de amar como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos. 


(Francisco)

martes, 9 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (7)

La «ciencia de la caricia» manifiesta dos pilares del amor: la cercanía y la ternura. Y «Jesús conoce bien esta ciencia». 

Jesús «quiso mostrarnos su corazón como el corazón que tanto amó. Pienso en lo que nos decía san Ignacio» —apuntó—; «nos indicó dos criterios sobre el amor. Primero: el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Segundo: el amor está más en dar que en recibir».

El amor de Dios se muestra en la figura del pastor... Jesús nos dice: «Yo conozco a mis ovejas». «Es conocer una por una, con su nombre. Así nos conoce Dios: no nos conoce en grupo, sino uno a uno. Porque el amor no es un amor abstracto, o general para todos; es un amor por cada uno. Y así nos ama Dios». Y todo esto se traduce en cercanía. Dios «se hace cercano por amor y camina con su pueblo. Y este caminar llega a un punto inimaginable: jamás se podría pensar que el Señor mismo se hace uno de nosotros y camina con nosotros, y permanece con nosotros, permanece en su Iglesia, se queda en la Eucaristía, se queda en su Palabra, se queda en los pobres y se queda con nosotros caminando. Esta es la cercanía. El pastor cercano a su rebaño, a sus ovejas, a las que conoce una por una».

El Señor nos ama con ternura. El Señor sabe la bella ciencia de las caricias. La ternura de Dios: no nos ama de palabra; Él se aproxima y estándonos cerca nos da su amor con toda la ternura posible». Cercanía y ternura son «las dos maneras del amor del Señor, que se hace cercano y da todo su amor también en las cosas más pequeñas con ternura». Sin embargo se trata de un «amor fuerte», «porque cercanía y ternura nos hacen ver la fuerza del amor de Dios».

Y aunque «pueda parecer una herejía, ¡más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él!». El «modo de restituir a Él tanto amor: abrir el corazón y dejarse amar».

(Francisco)

lunes, 8 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (6)

El Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios; pero no es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que brotó la salvación para toda la humanidad.

En los Evangelios encontramos diversas referencias al Corazón de Jesús, por ejemplo en el pasaje donde Cristo mismo dice: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón» (Mt 11, 28-29). Es fundamental, luego, el relato de la muerte de Cristo según san Juan. Este evangelista, en efecto, testimonia lo que vio en el Calvario, es decir, que un soldado, cuando Jesús ya estaba muerto, le atravesó el costado con la lanza y de la herida brotaron sangre y agua (cf. Jn 19, 33-34). Juan reconoce en ese signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del corazón de Jesús, Cordero inmolado en la cruz, brota el perdón y la vida para todos los hombres. 

La misericordia de Dios da vida al hombre, le resucita de la muerte. El Señor nos mira siempre con misericordia; no lo olvidemos, nos mira siempre con misericordia, nos espera con misericordia. No tengamos miedo de acercarnos a Él. Tiene un corazón misericordioso. Si le mostramos nuestras heridas interiores, nuestros pecados, Él siempre nos perdona. ¡Es todo misericordia! Vayamos a Jesús.

(Francisco)

viernes, 5 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (5)


"El amor nunca se da por "concluido" y completado" (cf. Deus caritas est, 17). Así pues, la contemplación del "costado traspasado por la lanza", en el que resplandece la ilimitada voluntad salvífica por parte de Dios, no puede considerarse como una forma pasajera de culto o de devoción: la adoración del amor de Dios, que ha encontrado en el símbolo del "corazón traspasado" su expresión histórico-devocional, sigue siendo imprescindible para una relación viva con Dios (cf. Haurietis aquas, 62).

(Benedicto XVI)

jueves, 4 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (4)


La respuesta al mandamiento del amor sólo se hace posible experimentando que este amor ya nos ha sido dado antes por Dios (cf. Deus caritas est, 14). Por tanto, el culto del amor que se hace visible en el misterio de la cruz, actualizado en toda celebración eucarística, constituye el fundamento para que podamos convertirnos en personas capaces de amar y entregarse (cf. Haurietis aquas, 69), siendo instrumentos en las manos de Cristo:  sólo así se puede ser heraldos creíbles de su amor. 

(Benedicto XVI)

miércoles, 3 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (3)

Quien acepta el amor de Dios 
interiormente queda modelado por él. 

El hombre vive la experiencia del amor de Dios como una "llamada" a la que tiene que responder. La mirada dirigida al Señor, que "tomó sobre sí nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8, 17), nos ayuda a prestar más atención al sufrimiento y a las necesidades de los demás. La contemplación, en la adoración, del costado traspasado por la lanza nos hace sensibles a la voluntad salvífica de Dios. Nos hace capaces de abandonarnos a su amor salvífico y misericordioso, y al mismo tiempo nos fortalece en el deseo de participar en su obra de salvación, convirtiéndonos en sus instrumentos.
(Benedicto XVI)

martes, 2 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús (2)


Cada uno de nosotros, cuando se detiene en silencio, necesita sentir no sólo el palpitar de su corazón, sino, de manera más profunda, el palpitar de una presencia confiable, que se puede percibir con los sentidos de la fe y que, sin embargo, es mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo. (Benedicto XVI)

lunes, 1 de junio de 2015

Mes del Corazón de Jesús

Desde el horizonte infinito de su amor, de hecho, Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno.


(Benedicto XVI)