Madre querida, ¿por qué los hombres se obstinan en no reconocer a tu Jesús precisamente cuando Él se manifiesta más claro y más cuenta tendría a ellos conocerlo y reconocerlo?
En mis horas de dolor, tentación, sequedad, contradicción, prueba, ¿por qué creo más en los fantasmas de mi egoísmo, imaginación, amistades y valimientos de la tierra que en tu Jesús ciertamente presente a mi pena?
El Evangelio de tu Hijo me insinúa la respuesta que tú te encargarás de grabar hondamente en mi alma.
Es que tu Jesús quiere ser conocido y reconocido como amor más que como poder; por parte de los suyos gusta más de ser adivinado, olido, echado de menos que demostrado; quiere más ser objeto de amor que de miedo...

Madre Inmaculada, enseña a mis ojos y a mi alma a buscar en tu Jesús, más que las manos con que hace milagros, el Corazón con que me ama...
(Beato Manuel González)
No hay comentarios:
Publicar un comentario