martes, 21 de abril de 2015

Toda pasión produce hambre en el corazón



Toda pasión produce hambre en el corazón; y mientras más desordenada sea, mientras más mande, o mejor, tiranice, más hambriento, más inquieta y rabiosamente hambriento, pone el corazón.

¿Habéis oído decir al tiranizado por la codicia, por la ambición, por la lujuria, por cualquier pasión, no quiero más dinero, más honra, más placer?

¡Pobres condenados a rabiar de hambre!

«El que me come no tendrá más hambre, el que me bebe no tendrá sed eternamente».

Jesús, entrando silenciosamente en el alma, va llenando la inteligencia de toda verdad y el corazón de todo bien y va extinguiendo las rabiosas hambres de oropeles y falsificaciones de verdades y bienes.


Madre Inmaculada, que este pobre hijo tuyo 
no mendigue más pan en puertas ajenas, 
sino sólo en las del Sagrario de tu Jesús.

(Beato Manuel González)

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