Todos, lo mismo los que andan en su opulencia, como los sumergidos en el mar de las privaciones, los chicos y los grandes, los hombres y las mujeres, caminamos fatigosamente por la senda de la vida cargados con el fardo de una gran tristeza.
Jesús, que en su vida de Sagrario ha tomado sobre sí el oficio de compañero de viaje de sus hermanos los hombres, ¡cuántas veces se asoma al camino por donde éstos pasan y de mil modos y maneras les pregunta: ¿Por qué estáis tristes?
Tú, en el Sagrario eres pureza, verdad, salud, poder, amor, vida, felicidad, gloria, y ¡no eres echado de menos por tus hermanos los heridos, los apesadumbrados, los oprimidos [...]!Jesús no echado de menos por los tristes de la vida, ¡qué tristeza para tu Corazón!

Compañero disfrazado de mi viaje de la tierra al cielo, que todo en mí, mis penas como mis alegrías, te estén siempre gritando: ¡Más Jesús! ¡Más Jesús!
(Beato Manuel González)
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