martes, 7 de abril de 2015

La humildad y la constancia de María Magdalena

Yo os pediría la imitación de la humildad y la constancia que brillan en su amor.

Ella se goza en estar a los pies de su Maestro y es la única que no se va.

María llora porque le habían robado a su Señor, pregunta al que creía el ladrón, se decide ella misma a recuperarlo y no cae en lo que hubiera sido más acertado, en creer en la tan anunciada Resurrección.

Jesús, sin embargo, se fija más en aquel desatino del amor que en la ausencia de fe en su palabra y premia a Magdalena con la primera de sus apariciones.



Aunque no hicierais otra cosa a las puertas de los Sagrarios sin alma y de las almas sin Sagrario que hacer brotar o repetir las lágrimas del amor humilde y constante de la Magdalena, ya haríais bastante para que se acelerara la hora feliz del encuentro de las almas con el Sagrario.

Aquellas lágrimas y no la visita de inspección de Pedro y Juan se llevan el premio de la primera aparición...

(Beato Manuel González)

No hay comentarios:

Publicar un comentario