domingo, 12 de abril de 2015

¡Solamente creyendo en Él!



Jesús callado en el Sagrario, me enseña con su sola presencia todo lo que debo creer, me da fuerza, comiéndolo, para que crea y para que viva de mi fe y además, por verlo con los ojos cerrados de mi cara y oírlo con los oídos de carne cerrados está dando a mi fe un valor y un mérito siempre crecientes.

El mérito de la fe de los que trataron a Jesús mortal estuvo en que, viendo sólo su humanidad, creyeron en su divinidad; el mérito de la fe de los que lo tratamos oculto y callado en el Sagrario es superior; por el solo estímulo de su gracia y por la sola autoridad de la Iglesia, sin ver nada lo creemos todo, sin oír nada lo obedecemos siempre, sin verlo ni oírlo ni gustarlo le rendimos cuanto somos.



Madre Inmaculada, que yo siga, obedezca y ame a tu Jesús 
sin sentirlo, sin verlo, sin oírlo y sin gustarlo... 
¡solamente creyendo en Él!

(Beato Manuel González)

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